MOVIMIENTOS INSOMNES ANTOLOGÍA POÉTICA 1964-2014

viernes, 10 junio 2016

Clara Janés

Selección e introducción de Jaime Siles. Galaxia Gutenberg. Barcelona. 2015, 384 pp.

Hay poetas que no pueden vivir con el corsé de su contextualización: es decir, sobrepasan esas voluntades clasificatorias que los sitúan en ciertas líneas estéticas armónicas (o desarmónicas) con su tiempo histórico. La buena poesía crea sus propios contextos para nutrirse. Entonces ¿para qué leer a una poeta como Clara Janés con las lentes de la temporalización de su obra? Propongamos otro giro más a esa tuerca del canon y busquemos aquello que realmente alimenta las librerías de buenos títulos sin dejarnos llevar por lo eventual ni tampoco por lo clasificado de antemano. Hagámoslo, porque así la poesía de Clara Janés— como demuestra esta amplia antología titulada Movimientos insomnes— requiere mentes despiertas que sepan poner en entredicho las limitaciones de la cronología para romper el punto final de lo sensible y hacerlo un dos puntos que nos dé paso a otro nivel de conocimiento. La empresa no parece fácil y no lo es; pero Clara Janés, de trayectoria dilatada y rica en matices, supera la traba de la diversidad y lo superficial, y nos lleva a una unidad y una hondura insospechadas, a través de esta selección poética que, muestra su genuina palpitación y vibración auténticas.

¿Qué ofrece esta selección poética con respecto a otras tantas publicaciones de la misma autora? Pongamos ya el primero de los dos grandes motivos por los que este volumen resulta imprescindible: el pórtico de su lectura, superado el umbral de su título que tanto nos invita a la vigilia y al desvelo inquieto y dinámico, nos lleva al prólogo del poeta y académico Jaime Siles. Difícilmente puede incitar tanto a una lectura de poesía un prólogo como este, elaborado con la sensibilidad del poeta y la inteligencia del estudioso. Sin duda, invita, con gran naturalidad, a la reflexión simultánea de sus palabras, mientras nos desgaja los ejes temáticos del libro sin desorientarnos en las teorías y en las citas de terceros. Quizá porque va abriéndose él mismo a un caudal de revelación continua. Y sobre esta misma pasión el lector acaba convencido de que el prologuista, en este caso, es un compañero de viaje y no un intruso que asalta desde la maleza de los márgenes de las páginas. Pero también la poeta ha decidido tomar nuestra mano y, en un Epílogo de fina textura reflexiva, quiere guiarnos no por lo dicho, sino por todo lo callado, así que los poemas quedan perfectamente enmarcados por una prosa que, sin embargo, tiene alma poética. 

El segundo de los motivos es la excelente obra poética de Clara Janés, miembro de la RAE (sillón U): se recoge en este caso desde los primeros libros, con Las estrellas vencidas (1964), hasta su más recientes ψ o el jardín de las delicias (2014), más la inclusión de cinco poemas visuales, un libro inédito, titulado Estructuras disipativas. Así hasta un total de 29 libros de poemas, y en todos ellos su poesía parte de un conflicto, que nos lleva a las lindes de la escisión interior, muy vinculado a la pérdida— tan temprana— de su padre y que, desgraciadamente, le dio conciencia temporal y de palabra. Parece que su poesía, sellada sobre una unidad tonal y simbólica, es un camino de conciliación interior, lo que nos acerca a la tensión más honda: los límites de nuestra capacidad sensitiva y de nuestra voluntad de expresarlo. Porque el poema es el lugar donde la ficción de la vida se convierte en realidad del significado.

Afirma Siles que se trata de un regreso de lo enigmático, por lo que el poema no surge de la experiencia de la vida, sino de lo no vivido que busca vivirse desde la sensibilidad carnosa de la palabra. Efectivamente, es un regreso, pero justamente cuando aún se está en la ida, en el viaje, porque el poema se erige como el lugar de la ausencia, que es tanto lo pasado como lo futuro. Y esto explicará esa evolución que se nos remarca en el prólogo: del lirismo trágico al místico, porque de la escisión se nace al deseo, es decir, a la imposibilidad de ocupar las coordenadas espacio-tiempo del otro y de lo otro. Es, por tanto, una poesía de reinvención de un yo que no busca restituir las heridas abiertas del tiempo, sino regresar al punto mismo de la plenitud desde la conciencia de su limitación. Y es ahí donde su obra se tensa y se arquea y donde deja al lector con la serenidad de la palabra y el deseo de superarla, porque siempre habrá otra cosa tras su piel.

Sergio Arlandis

Universidad de Valencia

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