Francisco Javier Díez de Revenga
Barcelona, Calambur, 2016.
Por mucho que la más sórdida crítica literaria se empeñe, la función de los académicos no es poner en liza su vasta riqueza de conocimientos, sino su especial sensibilidad como lectores en combinación con ese mismo caudal de datos, fechas, materiales y demás. Eso distingue al auténtico maestro del resto. Pero también al auténtico crítico, que tampoco pretende jugar a ser un autor frustrado. Porque la estela la marcan aquellos que no solo saben, sino que saben enseñar y tienen la capacidad de leer con inteligencia y emoción: a esto se le llamó, ya desde lo antiguo, sabiduría. Y es así como podríamos definir a Francisco Javier Díez de Revenga cuya dilata trayectoria no solo le avala sino que, además, le salvaguarda, como uno de los referentes en los estudios de este país, por calidad, cantidad, rigor y hondura. Con este volumen, Poetas españoles del siglo XXI, no solo nos teje un preciso entramado de por dónde discurren los intereses de la poesía española actual: esta vez lo hace desde su hallazgo como lector. Y por eso es intenso e interesante este estudio, porque deja atrás cualquier atisbo de canonización y se abre a la más sincera exposición de sus gustos personales, dando rienda suelta a las impresiones y sensaciones de quien se ha acercado a la poesía, en este caso, con la voluntad inocente de solo sentirla.
El eje, en todo caso, parece bien claro: la singularidad de las voces poéticas aquí atendidas. Lejos de etiquetas generacionales o de parámetros estéticos establecidos de antemano, Díez de Revenga comienza con una firme intención de rescatar aquellos libros o autores publicados a lo largo del presente siglo cuyo rasgo más fundamental es −y ha sido− su carácter distanciado del vasto coro de voces que puebla los catálogos de las editoriales y los almacenes de las librerías. Y para ello siempre traza una directriz en su palabra y no en su contexto: en consecuencia, logra trazar una línea recta entre Caballero Bonald (primero de los poetas aquí estudiados), por ejemplo, y Virginia Cantó, que cierra el volumen. Todo queda resuelto, entonces, en esa doble dirección que, desde su experiencia, Díez de Revenga quiere subrayar: hay que incentivar a la lectura de poesía, animar a que el resto de lectores quieran asomarse a la novedad que estos poetas y libros (los aquí estudiados) presentan, pero ¿qué otro fin tiene la crítica literaria? No conozco otro. Es ahí donde el magisterio de este autor queda más patente, pues comprende que sin acercamiento no hay tensión, ni discrepancia, ni asentimiento: a veces da la sensación de que ciertos estudios y académicos dejan a un lado los propios textos poéticos para adentrarse en las teorías y glosas sobre dichos textos. Eficientemente aquí se evita toda quincalla metaliteraria por inoperante e, incluso, disuasoria. Y no puede tener más razón al respecto: lo confirma con cada uno de los capítulos que dedica a poetas como Jaime Siles, Luis Alberto de Cuenca, Clara Janés, Martínez Sarrión, Luis García Montero, Guillermo Carnero, Pere Gimferrer, Pureza Canelo, David Pujante, José Luis Rey, Dionisia Gracia y un largo etcétera que quiere cruzar y fusionar las fronteras generacionales bajo otros lemas al margen de los posicionamientos historiográficos y sus aparentes discrepancias estéticas.
Por tanto, cabe leerse este libro como una confesión a media luz, casi confidencial, de unos gustos personales bien fundamentados en la experiencia de buen lector. Es ahí donde vamos a encontrar el motivo de su natural estilo, tan próximo al ensayo anglosajón, más sugerente que explícito, más sensitivo que metódico: se trata de experiencias, no de conocimientos; pero como bien sabemos, la sabiduría no es otra cosa que la asimilación, reflexión y contraste de las experiencias, propias y ajenas. Y este es un libro para disfrutar leyéndolo y para seguir disfrutando de la lectura tras él: por suerte, llenará –espero– más huecos en las bibliotecas personales de todo aquel o aquella interesado en la poesía que en los listines bibliográficos interminables y laberínticos de libros que a nadie le interese. Y aun así, no cabe la menor duda de que estamos ante una de esas obras que siempre estarán en boca de todos ahora y en el futuro. Como siempre, todo será cuestión de tiempo.
Sergio Arlandis
Poeta, crítico literario y profesor
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